martes, 21 de octubre de 2008

EL TEATRO INFANTIL
Revista digital AMEI-WAECE


El teatro infantil, llamado por algunos teatro para niños, refleja la vida que rodea a los pequeños por medio de personajes que actúan en un tiempo y espacio determinados, los cuales tienen que estar muy cercanos a la infancia.
La mayor parte de las veces, los personajes de estas obras son animales, plantas, muñecos que hablan y ríen, que actúan y representan para los pequeños espectadores. De esta forma, las situaciones que se dan en la obra ellos las sienten más cercana, y reciben lo nuevo de manera agradable y comprensible.
Como todo lo que se pone a su alcance, cuando se les presenta obras teatrales se pretende algo concreto: entretenerlos e influir favorablemente en su educación. Por eso la obra que se vaya a presentar debe ser seleccionada con cuidado especial. En tal sentido, el teatro infantil es un adecuado medio para introducir a los niños en la esfera de las emociones y los sentimientos.
El teatro no dicta leyes éticas ni estéticas, pero muestra de modo elocuente cómo se organiza y se pone de manifiesto la conducta humana en la vida cotidiana.
Es necesaria una aclaración. Algunos autores se preguntan si existe realmente el teatro infantil. Unos opinan que sí, y otros que no. Si se plantea que el teatro para niños ha de reunir características especiales, teniendo en cuenta aquellos a quienes va dirigido, se puede afirmar que existe un teatro infantil. Existe, y tiene sus propias características.
La fantasía no solo se la proporciona el tema o el argumento. Puede estar presente en el vestuario, en las acciones, en el ambiente. Estas obras de teatro para niños pequeños deben tener las siguientes características:
  • Naturalidad
Todo lo que se presenta debe estar exento de afectaciones y de exageraciones. Sencillez. Las ideas deben expresarse de forma sencilla, para que los sentimientos y las emociones sean interiorizados por los niños.
  • Claridad
Si las ideas se expresan con oscuridad, en expresiones que ofrezcan duda o confusión, no llegan a los pequeños, no cumplen su cometido. Por eso todas las ideas, las opiniones, los deseos, los sentimientos de los personajes deben expresarse con la mayor claridad, tanto en su contenido como en la forma.
  • Amenidad
Esto se debe lograr tanto en el argumento, como en la temática o en la forma de reflejarla. Es imprescindible tener en cuenta a aquellos que disfrutarán la obra, y reflejar algún hecho, algún suceso, que les resulte ameno y atraiga su atención.
  • Brevedad
Si se presenta una obra demasiado extensa o con muchos personajes, los niños y niñas se aburren o se cansan intelectualmente y no prestan atención.
  • Interés
Solo cuando la temática, los personajes, las acciones que se presentan tienen en cuenta al espectador, resultarán interesantes para él. Por eso los temas deben estar siempre muy cerca de la vida infantil.
  • Fantasía
Logra siempre despertar el interés.
Hay otros aspectos que se deben tener presentes:
- El lenguaje. Debe ser correcto, claro, preciso, comprensible, acorde con la edad de estos niños.
- El contenido. Debe responder a los intereses propios de la edad. Esto se puede lograr con los personajes: juguetes y animales preferidos, plantas, etc.
- El mensaje. Siempre debe ser positivo. Este puede ser de contenido ético, estético, intelectual, pero siempre tiene que estar presente este tipo de mensaje.
- La acción. Es recomendable que trascurra con secuencia lógica, que no vaya de un asunto a otro, sino que se relacione con una idea o asunto central que este presente de principio a fin. Sin embargo, puede ocurrir que un personaje que actúa incorrectamente comprenda el error que comete y cambie su actitud. Aun cuando el cambio sea brusco, los niños lo asimilan, pues sucede lo que muchos de ellos desean, sobre todo cuando el personaje que actúa mal les resulta simpático.
En cuanto a los personajes, en obras para la primera infancia deben ser pocos. Dos o tres a lo sumo, y deben estar bien caracterizados, tanto física como moralmente, actuando en concordancia con sus cualidades.No es necesario que el personaje «malo» sea feo; los infantes solo le otorgarán esta característica, porque no todo lo feo de la realidad es malo, ni todo lo bello es bueno.Cada personaje debe, además, poseer su timbre, su voz propia, que es invariable de principio a fin de la obra, y debe estar de acuerdo con aquel a quien representa. No será nunca igual la voz de una mamá que la de un niño; no será nunca igual la «voz» de un perro adulto, a la de un perrito, etc.Cuando se presenta una obra teatral, con las características referidas, a los niños y niñas de la primera infancia, se pretende cumplir con ellos algunos objetivos.
  1. Introducirlos en ese medio contradictorio, maravilloso y lleno de movimiento que los rodea.
  2. Enseñarles a orientarse en ese medio.
  3. Enseñarles a observar que las personas tienen sus propias características y que son iguales o diferentes en sus maneras de ser y actuar.
  4. Enseñarles a criticar las malas acciones y a solidarizarse con las buenas.
  5. Favorecer el desarrollo de su lenguaje e influir en el de su pensamiento.
  6. Ponerles en relación con los hábitos y costumbres de la vida que los rodea.
  7. Educarles en los sentimientos morales positivos.
  8. Favorecer su educación estética.
  9. Enseñarles a observar algo detenidamente.
  10. Favorecer el desarrollo de la imaginación, la memoria y la atención.

Desde los primeros años de la vida, es recomendable que los niños se relacionen con pequeñas obras de teatro. De esta forma comienzan a surgir los primeros sentimientos éticos y estéticos. También se favorece el desarrollo de su oído, la formación de su capacidad de atención. Muchas veces, ellos recuerdan acciones o expresiones de los personajes y los emplean en su lenguaje propio, lo que desarrolla no solo esta esfera de su capacidad intelectual, sino también su memoria.Cuando la niñez de la primera infancia se acostumbra a ver obras de teatro, aprende a ser buen oyente, a comportarse en público y a conservar los buenos modales en cualquier lugar, todo lo cual favorece su educación.Los niños son fantasiosos, y la fantasía está presente en toda obra de teatro, por lo que soñando y viendo sus sueños reflejados en el mundo ficticio de los personajes, ellos sacian su curiosidad de conocer y comprender mejor la vida de las personas, la vida que los rodea.Es lógico que los pequeños se interesen por el teatro con la misma fuerza que se interesan por las narraciones. En muchas ocasiones, ellos escuchan un cuento y se imaginan cómo son los personajes y el medio en que se desenvuelven sus vidas; todo esto lo ven en la escena.El teatro es para los niños el mundo que ellos desean, ese en el que siempre triunfan las buenas acciones, los buenos son premiados y los malos castigados, ese en el que el trabajo proporciona bienestar.Al presenciar una obra de teatro, extraen de ella aquello que su propia experiencia les ofrece en la vida diaria, aquello que se relaciona con sus intereses y movimientos.El teatro infantil es importante desde todos los puntos de vista. Es capaz de despertar las fibras más sensibles y de influir en la formación de sus sentimientos.Cuando un niño o niña de la primera infancia presencia una obra de teatro aprende a través de varios aspectos:

- Por el contenido

- Por la dicción de los personajes.

- Por la actuación.

- Por el mensaje.

- Por los movimientos.

- Por el vestuario.

- Por las costumbres que se ponen de manifiesto.

Las tareas que se les plantean a los creadores de teatro para niños no son nada fácil, en nada se diferencian de las que tienen ante sí los que crean cuentos y poesías. Ellos tienen una gran responsabilidad. Deben plasmar cosas que eduquen y a la vez resulten interesantes, que reflejen la vida y el trabajo de los individuos, etc.La obra teatral puede ser un puente entre la vida y los infantes. Para lograr esto, se ha de tener presente lo siguiente: el teatro tiene que estar lleno de bondad, reflejar lo mejor de las personas, hablar de victorias, ansias, sacrificios, o principios morales, sin perder en fantasía.

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